El libro, eso lo llevo bien, voy ordenando ideas, y cambiando aquello que no me gusta. Soy muy perfeccionsita y algo puntillosa, pero en esta vida a veces hay que hacer las cosas bien y yo o las hago bien o las dejo a un lado.
Tengo que confesar que al principio me costó meterme en la piel de mis personajes, pues la primera vez asusta y te viene grande, pero según va rodando la historia, todo va cobrando sentido. Eso si, voy despacio, sin prisa, pues ninguna editorial me reclama nada, eso tenedlo claro, aunque como se dice por mi tierra, mas vale pájaro en mano que ciento volando. y por esa razón, cojo mi propia idea, la transformo, antes de dejarla escapar y perderla.
La vida da muchas vueltas, y no sabe uno donde le va a llevar, aunque si tuviera la oportunidad de elegir un lugar al cual ir, sin duda sería aquel donde estuvieran las personas que sin dudarlo no me juzgaran. Quizás ese misterioso lugar tiene nombre o no, pero ahí me iría.
os dejo algo que he escrito, no tiene que ver con el libro, pero si alguien quiere leerlo, aquí lo tiene para poder repasarlo las veces que desee.
Si mi abuela levantara la cabeza, si eso pudiera ser posible,
quizás, alucinaría en lo que se ha convertido a día de hoy la “cocina”.
Ella era una mujer tradicional, por lo cual su cocina no
podía ser diferente. Elaborada cocido, tortilla, sopa de ajo, y era capaz de
hacer durante horas un sofrito riquísimo.
Ahora, la “cocina” es una fusión en si misma, donde mezclar
técnicas de los mas importantes chefs esta importantes chefs estña as
durante horas un sofrito riquisimo á a la orden del día. A ver, no me llaméis
insensata, si quieres una estrella o te pones las pilas o eres un simple
cocinillas. Esa frase la hemos escuchado de boca de gente ilustre perteneciente
a este mundo de los fogones, como pueden ser; Jordi Cruz, Sergio Arola,
Martín Berasategui…
Yo desde luego he sido muy feliz comiendo la comida de mi
abuela, ella era una gran cocina, aunque nunca haya tenido oportunidad de
estudiar la materia o de dedicarse a ello.
Pero lo que ella hacía, ya no se hace. Ahora o vas a Mercadona y compras la comida ya elaborada o llamas
a alguna cadena de restaurantes de esas
que anuncian en televisión, véase; just eat, Telepizza, y la tienes en casa
solo teniendo que esperar unos minutos.
Ahora parece que todo tiene que llevar algún ingrediente
raro llamémoslo algas del mar, agar agar, ; o incluso como ya hizo Ferrán,
inventar no es la palabra, mas bien
hacer una reinterpretación de la tortilla de patatas.
No critico la modernidad, pues yo he intentado hacer las
famosas esferificaciones, ¿ Qué como se
hacen?, con alginato sódico y cloruro cálcico. Pero no lo hago tampoco con la
tradición, pues soy de las que cree que pueden ir de la mano.
Y respeto a los cocineros de vanguardia, o a los de menos
renombre, lo único que digo es, que no perdamos la cabeza y nos dejemos llevar las
cosas demasiado lejos.
Quizás mi abuela nunca cocinó otra cosa, pues no conocía,
pero digo sin pecar de nieta, que su cocina era la mejor. y lo dice una mujer
que ha estudiado la materia y se dedica a ello.
Si levantara la cabeza, diría; “esto es cosa de brujería”, o
eso no me lo como, y si, pensemos un poco, que si la cocina tradicional ha
estado toda nuestra vida, pues nuestras abuelas la han elaborado con cariño,
quienes somos nosotros para cambiarla.
No quiero una estrella Michelin, pero si alguien la hubiera
ganado, sin duda alguna, hubiera sido ella.
